Agua mineral en balnearios: belleza, salud y relajación
Cuando mencionamos al agua mineral, muchos de vosotros seguro pensáis en agua embotellada. Bueno, ya hemos hablado respecto a su consumo, pero lo cierto, es que mucho antes de que creyéramos en la necesidad de comprar agua mineral embotellada, la forma natural de disfrutar de ella era a través de los balnearios. Sí, esos viejos balnearios de antaño, en los que la gente parecía encontrar una fuente de juventud.
Druskininkai es uno de esos lugares. Para ser más precisos, es uno de los más antiguos de Lituania: los primeros registros de estas minas de agua mineral datan del siglo XVIII y pronto se corrió la voz sobre sus exquisitos baños de fango, considerados entre los mejores de Europa. Su fama se extendió y en poco tiempo, la burguesía dedicaba los veranos a recuperar o mejorar su salud, tras los excesos del invierno.
Hoy es una pequeña ciudad balneario donde todo está pensado para tu relajación. Las técnicas más modernas se han instalado en las termas y balneario de terapia curativa, pero las aguas y los fangos, son los mismos que disfrutaron el zar Nicolás I, la emperatriz Alexandra Feodorovna, el gran duque Pablo Alexandrovich o la princesa Olga Karnovich Paley. El balneario ofrece masajes subacuáticos, jacuzzi, baños minerales, de oxígeno, de hierbas, de lodo; además de piscinas, saunas, salas de máquinas y cabinas de belleza.
Cuando decimos que Druskininkai es una pequeña ciudad, no sólo consideramos la extensión de sus instalaciones sino su enorme capacidad de albergue, ya que el lugar puede alojar hasta seis mil personas.
Sus aguas son conocidas por los visibles beneficios que brindaban a los pacientes, quienes las consideraban mágicas. Se recomiendan para curar tanto una herida, como para aliviar el reumatismo –gracias al calcio y al magnesio- y o incluso, los problemas gastrointestinales o neurológicos; diabetes, obesidad o la gota… se dice que los elementos minerales de estas aguas eliminan el exceso de grasa, de azúcar o incluso el de ácido úrico.
No obstante, uno de los procesos más controvertidos y famosos de Druskininkai es el de criogenización. Se trata de la conservación de las estructuras biológicas mediante el frío, que aquí se utiliza para conservar y mejorar la piel y el corazón, mediante una sesión de pocos segundos a una temperatura de muchos grados bajo cero, a base de hidrógeno líquido.
Quizás sus aguas no seas mágicas, pero al menos no se puede dudar sobre las bondades de pasar unos días en semejante paraíso.
Vía: Revista 80 días